Dejar de existir también es ganar.
Dejar de existir también es ganar. Cuando nacemos no sabemos cómo será el futuro, cuando dejamos este mundo si conocemos nuestro destino. Muchos en medio de una enfermedad incurable o un diagnostico definitivo, clamamos a Dios por un milagro. Hacemos todo lo que se supone se debe hacer para tocar el corazón de Dios y que desaparezca de manera milagrosa esa fatalidad que se aproxima. En ocasiones hemos sido testigos de sus milagros, pero muchas veces el milagro no llega, nuestros seres amados parten a su presciencia, y no comprendemos por qué, ya que tuvimos fe, pero pareció no ser suficiente. Cuando Dios no hace un milagro, no es que nos haya dado la espalda, es sencillamente que sus planes no se alinean a los que teníamos en mente. Cuando el milagro no ocurre, quien parte a su presencia ha ganado, porque si bien no venció la enfermedad, la misma fue su boleto de salida a su morada eterna. Ya no habrá más quimioterapias o ...