Debemos aprender algo muy importante
El padre no necesita escuchar cientos de veces la misma petición, ya que la escucho con atención desde la primera vez que derramamos nuestro corazón ante su presencia. Si realmente creemos en él como aseguramos, luego de pedir, lo que debemos hacer es alabarle en lo que responde nuestra oración.
Cómo sabemos que Dios ha escuchado y atenderá nuestra oración? 1.- Porque en Jeremías 33:3 él dice “Clama a mí y yo te responderé” y él no miente. Y 2.- Por fe, ya que sin ella es imposible agradarlo. Hebreos 11:1 dice “ahora bien, la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. Si Dios dijo “clama y yo te responderé”, entonces los que debemos hacer es clamar y por fe esperar, confiar y descansar en él.
Hoy Dios nos dice que desde la primera vez que elevamos nuestra oración ante su altar él ya la había atendido y lo que debemos hacer en lo que él responde es alabarle como si ya estuviéramos disfrutando los frutos de esa bendición.
Cuando un corazón agradecido, desesperado y necesitado clama a Dios, milagros comienzan a ocurrir. En El libro de Daniel podemos observar como Dios le envió a un ángel para que le hiciera saber que su oración había llegado a su presencia. Entonces me dijo: “No temas, Daniel, porque desde el primer día en que te propusiste en tu corazón entender y humillarte delante de tu Dios, fueron oídas tus palabras, y a causa de tus palabras he venido”. Daniel 10:12.
Cada vez que recuerdes que una de tus peticiones al Señor no ha sido contestada, eleva alabanza al padre y agradece como si ya la hubieras recibido lo que pediste. “Señor, gracias, por mi trabajo, gracias por mi sanidad, gracias por el cambio de mi hijo/a, gracias por el cambio en mi esposo/a, gracias, gracias, gracia, pon el nombre de tu milagro y recuerda, tan pronto empezaste a orar Dios escucho tu oración.
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